Hola:
Quizá querais recordar conmigo esta escena de la reina de Blancanieves:
A mi me asustaba cuando era pequeña aunque no entendía muy bien de qué me asustaba. Era la maldad de la reina y las llamas del espejo lo que me daba miedo… Pero ¿es realmente eso lo que da miedo?
Ahora creo que no, que lo que realmente da miedo es ese lado oscuro nuestro que nos lleva a compararnos con otros. Muchas veces nos hacemos la pregunta de la reina de «¿Quien es la más hermosa?» planteada en formas como: ¿Quién trabaja mejor? ¿Quien es el/la mejor en la profesión? ¿El/la más atractivo/a entre los/as amigos/as? ¿Quien tiene el mejor puesto? ¿El/la mejor novio/a?
También comparamos idealizando momentos pasados «estaba mejor entonces» o a personas «era mejor aquella pareja»…
Aprendemos imitando, y dentro de este proceso de aprendizaje la comparación es un mecanismo sano para tener referencias externas de otras experiencias o de formas sociales novedosas o desconocidas y calibrar lo que estamos aprendiendo.
Imaginad un/a niño/a por primera vez en el colegio, como mirará lo que hacen sus compañeros/as para medirse y ver si lo que hace es lo que debe hacerse o como debe hacerse. O incluso a nosotros mismos en un lugar con gente desconocida. Nos compararemos constantemente para ver si lo que hacemos es lo apropiado para ese momento. Por lo tanto, todos necesitamos modelos y si no los tenemos los buscamos. El ver que alguien hace algo nos lleva a pensar que también podremos nosotros. Hay muchos modelos sanos que nos han ayudado y ayudan en nuestra vida.
Pero a veces la comparación puede ser autodestructiva porque impide el aceptarse a uno mismo. Comparándose uno no se siente ser lo que es, sino en referencia a los demás y tiene que ser «más que», o se sentirá «menos que» por tener o no tener, por creer que se es o no se es.
Palabras como «mejor que», «peor que», «más que «, «menos que»… pueden ser muy peligrosas para nosotros y para nuestros hijos, que de hecho aprenden de nosostros a compararse cuando les decimos cosas como: «Mira a tu hermano, como se porta mejor que tú», o » tu compañero estudia más y saca mejores notas» o…
Si nos comparamos, dejamos de vernos a nosotros/as mismos/as. No conocemos el nombre de la reina de Blancanieves, es la reina de Blancanieves, conocemos el nombre de con quien se compara. Ella no se siente bella por sí misma, sino que sólo se siente así, si «es la más bella». Por supuesto, es una batalla perdida porque antes o después vendrá alguien que la superará, compararse es saber seguro que va a haber frustración. La reina nunca sabrá su propio objetivo porque tiene que estar pendiente y gastar su energía en compararse y frustrar a la que sea más bella.
¿Cuantas comparaciones hay en tí? ¿Dejas de verte a tí mismo/a por compararte? ¿Sabes lo que quieres o sientes sin compararte con los demás? ¿Qué ocurre si pierdes en la comparación? ¿Para qué necesitas compararte?
El abrazo que os mando es único y no es comparable a otro.
Carmen