Hola a todas y todos:
Supongo que ya conoceis mi «adicción» por la formación y de lo que disfruto en haciendo masters, cursos o talleres, bien presenciales y últimamente también on-line. Me encanta estar en los dos lados o roles, en el de profesora y en el de alumna.
Pues bien, una de las formaciones que cultivo es la de emergencias y vino a la sede del Colegio de Psicólogos de Logroño, Francisco Duque, Psicólogo Clínico que trabaja en el Hospital Gegorio Marañón de Madrid. Además de un experto en trauma agudo, es autor, junto a María Mallo, de un libro de referencia en el tema de intervención en emergencias: «Superando el trauma: La vida tras el 11M«.

Compartió con todos nosotros algo de su extensísimo conocimiento en intervención con el trauma después de una situación de cambio repentino y brusco como puede ser un accidente, enfermedad, muerte, catástrofe…
Es importante darse cuenta que todo lo que creemos de nuestra vida, familia, trabajo e incluso de nosotros mismos está basado en una historia previa, en unas experiencias que nos han proporcionado unos recursos determinados, surgidos de unas conclusiones que hemos ido adquiriendo en esas mismas experiencias. Mientras nuestra trayectoria vital es más o menos coherente con lo que vamos aprendiendo, sin, por así decirlo, grandes saltos en la experiencia, vamos adecuando estos recursos personales a lo que va sucediendo y se va asentando esa sensación (que es física) de control, de seguridad. No importa que nos creamos o no «seguros de nosotros mismos», es una sensación que nos permite planificar lo que vamos a hacer mañana, o al mes que viene, que nos hace contar con personas, lugares… Sin ni siquiera plantearnos si estarán o no disponibles. Algo así como predecir el futuro según el pasado.
Pero una situación traumática rompe con todo esto, está fuera de pronóstico y de control. Sucede repentinamente y es tan brusca y con tanta información novedosa que ni podemos asimilarla, ni podemos encontrar recursos porque no los tenemos y los que tenemos no accedemos a ellos para responder.
Sentimientos de impotencia, fragilidad, incertidumbre, entre otros, se hacen figura en este momento. Cualquier respuesta tanto fisiologíca, física, emocional o cognitiva puede aparecer, de forma inesperada en la persona como nunca hubiera imaginado, y casi todas son respuestas para mantener a la persona al margen del sufrimiento.
Y después de todo esto, la persona que se ha visto inmersa en una situación así ¿cómo sale?
La psicoterapia es imprescindible, y cuanto antes mejor. Como el propio Francisco Duque dijo:
«Un suceso traumático no puede eliminarse o cambiarse, hay que aprender a vivir con él».
La atención psicológica debe ser llevada a cabo sin cuestionamiento hacia las actuaciones de la persona, sin juicios ni sugerencias posteriores de si hubiera sido mejor hacer esto o aquello, focalizando en la nueva información obtenida sobre uno mismo, sobre el entorno, creando un nexo de unión sano entre el momento anterior, el suceso traumático y el «después», dirigiendo a la persona hacia nuevos proyectos y direcciones. El fin de la psicoterapia es propiciar que la persona recobre su autonomía y retome sus decisiones y normalice su vida sin tomar el rol de «víctima». Tomo de nuevo las palabras de Francisco:
«la ayuda sólo es eficaz si termina siendo innecesaria».
Fueron dos días intensísimos, llenos de información y cuestionamientos. Este ha sido un breve resumen que me ha encantado compartir con vosotros y vosotras.
Un abrazo muy fuerte
Carmen.