Hola.
Esta mañana he estado charlando con mi amiga Ana Mata. Ella trabaja en pleno centro de Logroño en su peluquería de la calle Vitoria nº3. Siempre me ha gustado de ella su discreción y su saber estar. Pero en medio de ese silencio, a veces, con el máximo respeto y la mayor concentración cuando trabaja, o su alegría y desenfado otras, siempre me ha parecido ver algo más profundo.
Poco a poco la he ido conociendo y para que la podais conocer también vosotros, hemos tenido esta pequeña conversación que espero que querais compartir con nosotras.
En la charla con Ana se puede ver como hay un fondo importante de gusto por lo que hace. Ella habla que de pequeña ya jugaba a peinar a sus muñecas y de esas preferencias infantiles desarrolló poco a poco lo que es ahora su profesión. Y oyendola a ella cualquiera puede querer ser peluquera, porque lo dice con pasión.
Pero no vale cualquiera porque no sólo es peinar o teñir o hacer rizos… Ana se siente primero, luego se fija en quien tiene delante y luego vuelve a sentir. En esas idas y venidas de sí al otro se establece lo que en Terapia Gestalt se llama el contacto. Y eso es lo hermoso de contactar… Que su cliente saldrá contento o contenta y Ana quedará satisfecha. No vale que solo una de las partes se sienta bien. Tienen que estar las dos. Si sólo una parte está bien, lo habrá hecho a costa de la otra.
Por eso Ana lo llama comunicación, porque siente que a través de su trabajo se expresa, pero no a costa del otro, sino con el otro.
Y el que Ana no se quede ahí, el que vaya más allá, entrando en la ayuda, al ofrecer con sus postizos y pelucas una respuesta a la imagen de gente que padece enfermedades tan duras como el cancer, aún me hace admirarla más. Porque no es fácil compartir esos momentos tan duros, y Ana sabe estar ahí facilitando el paso por la enfermedad, al aportar la mejora de imagen.
Por eso ha sido un placer charlar con ella, y más placer todavía es poder mostraros esta charla.
Os mando un fuerte abrazo.