El 20 de Marzo a las 23.45 comenzó el equinoccio de la primavera. Es ese momento se igualaron los días y las noches. A partir de ese momento el tiempo de luz comienza a alargase tanto, que es ahora cuando lo hace más rápidamente que en todo el año, el sol sale antes que el día anterior y se pone más tarde, por lo que la duración del tiempo solar se alarga 3 minutos cada día.
Es estación de lluvias, muchas pero cortas. El dicho de «en abril aguas mil» termina con un «pero todas caben en un barril».
La primavera es la estación del nacimiento y de la renovación. El calor transforma el hielo en agua y la tierra despierta. Las semillas brotan. Es la estación de la fertilidad, no sólo de la tierra sino también de muchos animales que eligen esta época para aparearse.
Nosotros también sentimos los cambios primaverales. No sólo con las temidas alergias ante toda esta explosión de polen por las floraciones, sino también se puede decir que la primavera es la estación más emocional de todas.
Comienza con ese «bajón» llamado astenia primaveral, esa sensación de desgana, fatiga, de andar como arrastrandose por el mundo… También se la llama depresión primaveral porque el sentimiento es de tristeza. Pero que nadie se asuste, es un «ponerse en marcha» ante el aumento de luz y de actividad que trae la primavera, podríamos decir que es un motor que empieza a andar después de estar parado.
Ya más animados, podemos sentir esa energía y esa fuerza vital que va aumentando sengún va avanzando el tiempo de primavera y sentimos esa alegría de ver que llega el buen tiempo, con temperaturas cada vez más agradables que nos piden salir hacia afuera, cansados del largo invierno. Llega la alegría y las ganas de vivir.
Y entre tanta renovación y ganas de salir hacia afuera, no debemos olvidarnos de nosotros y quizá preguntarnos:
¿Qué novedades hay en mi vida? ¿Qué está brotando? ¿Cuándo planté la semilla? ¿De qué semilla se trata? ¿Qué proyectos emergen para esta primavera, este año, o más a largo plazo?
Te deseo una muy feliz primavera.
Carmen